Redacción y fotos: Tomás Martínez Guillén.
Editado por la Associació d’Amics de les Orquídies de Burjassot (AOB).
Trasplantar una orquídea es algo a lo que todo aficionado debe enfrentarse y, aunque las primeras veces parecen todo un reto a superar, pronto se le pierde el miedo y se convierte en algo rutinario.
Lo primero que se debe hacer es dejar la planta a remojo en agua el tiempo suficiente para que las raíces se ablanden, normalmente unos 20 min. De esta manera, el sustrato se desprenderá de ellas más fácilmente y sin dañarlas. Las raíces de las orquídeas son muy delicadas y cualquier herida o rotura del velamen (la capa externa que envuelve la raíz) se convierte en una entrada para las bacterias.
Por otra parte, casi siempre que se realiza un trasplante, se tiene que aplicar algún tratamiento o producto químico, y esto nunca se debe hacer si antes no se ha hidratado bien a la planta, pues se la puede intoxicar. Una vez la planta está bien hidratada, ya no admite mas líquidos en su estructura interna, de manera que podemos aplicar sobre ella cualquier tratamiento químico necesario, sin peligro para la planta, y luego eliminarlo con un simple lavado.
También se ha de tener preparados los materiales y herramientas que vayamos a utilizar. Es importante, además, esterilizar todas las herramientas de corte o que vayan a entrar en contacto con la planta. Para ello, se las puede mojar con alcohol y flamearlas con una llama.
En esta foto se aprecia la mesa de trabajo, siempre limpia, con un pequeño soplete, unas tijeras pequeñas, unas tijeras de podar, un cúter y una maceta limpia y desinfectada con agua y lejía. En el fondo se ha situado, como drenaje, carbón vegetal en trozos bastante grandes y lava volcánica, pero puede usarse cualquier otro material que drene bien.
Con la planta ya bien hidratada, se la extrae de la maceta y se separan, con cuidado, las raíces del sustrato. Luego, se deben cortar todas las raíces podridas, viejas o demasiado largas.
A continuación, conviene desinfectar las raíces para evitar que se nos cuele algún organismo patógeno por las heridas. Para ello, basta dejar las raíces en remojo durante unos 10 min en agua con lejía (un tapón/litro de agua). Luego, se lavan bien las raíces con agua del grifo, para eliminar la lejía, y se espolvorean las heridas con canela, que tiene propiedades bactericidas y fungicidas. Tras dejar secar un poco las raíces sobre papel de cocina, ya se puede situar la planta en su nueva maceta y rellenar con el sustrato que se considere oportuno, intentando que no queden espacios vacíos. También es importante que el sustrato no llegue al cuello de la planta, para evitar pudriciones. Sólo debe cubrir las raíces.
Trucos
Si se riega por inmersión, puede ocurrir que, al sumergir la maceta en el agua, el sustrato se mueva, e incluso llegue a flotar, cuando aún la planta no ha enraizado bien, lo que podría ser fatal. Para prevenirlo, basta con dejar un par de cm libres de sustrato en la parte superior de la maceta, para colocar allí algún material más denso que el agua (por ejemplo, unas piedras) que evite que el sustrato se desplace durante el riego.
Conviene dejar las plantas recién trasplantadas unos 10 días sin regar, para dar tiempo a que cicatricen sus heridas y se adapten al nuevo medio.
También es aconsejable dejarlas en cuarentena (apartadas del resto de plantas) hasta que se esté seguro de que no han desarrollado ninguna infección. Como tratamiento preventivo, se puede pulverizar con bactericida una semana después del trasplante y con fungicida a poca dosis al día siguiente.
Ejemplo práctico
Veamos un ejemplo de trasplante, para aficionados experimentados, con una Cycnoches barthiorum. La foto muestra la planta con las raíces ya saneadas y lista para plantar.
Ahora viene una de las cosas más importantes y a la que no solemos prestar la atención suficiente. Como dice el refrán: “Orquídea suelta, orquídea muerta”. Por tanto, debemos asegurarnos de que, tras el trasplante, la planta quede bien sujeta al sustrato o soporte que utilicemos.
En este caso, vamos a emplear tubos de plástico PVC, pues no se pudren con el paso del tiempo ni son invadidos por hongos. Primero, uno de 8m/m, cortado a la medida del interior de la maceta y al que le practicamos dos agujeros, uno centrado y el otro algo desplazado hacia un lado y perpendicular al anterior.
Luego, otro trozo de 5 m/m que pasamos por el agujero que esta descentrado. Con esto obtenemos una cruz.
Por el otro agujero pasamos otro trozo de 5m/m, más largo, que servirá para amarrar la planta.
En la siguiente foto puede verse el artilugio terminado y listo para acoplarse a la maceta y la planta.
Para atar la planta a este soporte se pueden usar tiras cortadas a partir de medias viejas de señora, pues son elásticas y tensan bien sin dañar la planta.
En la siguiente foto se muestra cómo queda la planta tras ser sujetada al tubo más largo.
Ahora se trata de instalarla dentro de la maceta, de manera que la cruz del soporte se ajuste bien a las paredes de ésta y la planta quede sujeta sin necesidad de más fijación.
Como las Cycnoches pasan por un periodo de crecimiento en que necesitan bastante riego, tenemos que preparar un sustrato que retenga bien la humedad. En este caso, mezclamos corteza de pino bastante triturada, musgo esfagno, lava volcánica y trozos más grandes de corteza de pino, a partes iguales.
Una vez mezclado el sustrato y con la planta ya instalada en la maceta, se va rellenando ésta, intentando que no queden espacios vacíos y que el sustrato no llegue al cuello de la planta.