Fuente: Vanda Culture Sheet. American Orchid Society. (http://www.aos.org/orchids/culture-sheets/vanda.aspx).
Traducido y editado por: Associació d’Amics de les Orquídies de Burjassot (AOB).
El género Vanda, y otros relacionados (que se suelen agrupar con el nombre de Alianza Vanda), está compuesto principalmente de orquídeas que crecen en ambientes cálidos y soleados y producen flores de vivos colores. Su origen está en Asia tropical y son de fácil cultivo en lugares de clima templado, donde las plantas pueden estar en el exterior, bajo una ligera sombra. En las zonas con inviernos fríos, se las protege en el interior del hogar durante el periodo de menores temperaturas, frente a una ventana soleada, o se las mantiene durante todo el año en un invernadero.
Los híbridos Ascocentrum x Vanda (esto es, las llamadas “ascocendas”) son considerados en el presente como pertenecientes al género Vanda, puesto que todas las especies del antiguo género Ascocentrum se han reclasificado en Vanda. Los de menor tamaño son los que mejor crecen fuera de los ambientes tropicales.
Luz
La luz es un factor crucial en la floración de la mayoría de las plantas vandáceas y, a este respecto, conviene saber que las vandas pueden clasificarse en tres tipos: las que tienen hojas en forma de tira, aquéllas con hojas terete y las intermedias (con hojas semiterete). En las primeras, las hojas son planas, con sección en V, mientras que las hojas terete son de sección cilíndrica y más estrechas, como un lápiz. Las semiterete son híbridos de los otros dos tipos y su configuración está entre las dos descritas. Las vandáceas con hojas terete necesitan pleno sol, por lo que se desarrollan mejor en climas con mucha luz.
En general, las vandas cultivadas en invernadero se mantienen con un sombreado del 25-35% (85.000 – 70.000 lux), excepto en invierno si está nublado. Si la luz que reciben es la correcta, sus hojas deben ser de un color verde medio, no verde oscuro.
En climas templados y luminosos, se puede cultivar cualquier tipo de vanda en el exterior cuando hace calor, con sombra parcial para los tipos con hoja de tira y semiterete (especialmente en las horas centrales del día durante el verano), y en el interior cuando hace frío, frente a una ventana orientada al sur.
Allí donde la luz del Sol invernal es escasa, es mejor decantarse por las ascocendas. Pueden tenerse en el exterior en verano y a pleno sol en interior durante el invierno, siempre que se ponga especial cuidado en aclimatar las plantas poco a poco a la luz solar directa para evitar quemaduras.
Temperatura
Para la mayoría de vandas, las temperaturas de cultivo deben ser cálidas. Se recomienda no bajar de los 13°C durante la noche, aunque pueden tolerar temperaturas puntuales algo más bajas si no hace viento. Las temperaturas óptimas de crecimiento están entre los 16-21°C por la noche y un máximo de 35°C durante el día.
Cuanto más elevada sea la temperatura, más rápido será el crecimiento de la planta, lo que debe equilibrarse con mayor humedad, movimiento de aire y mayor frecuencia de riego y fertilización. Los días deben ser cálidos, pero también húmedos, para el óptimo crecimiento de estas orquídeas.
Riego
El agua debe aplicarse copiosamente cuando las plantas están creciendo activamente (generando nuevas hojas), pero las raíces deben poder secarse rápidamente tras el riego. Debido a esto, y a su extenso sistema radicular, la mayoría de vandas se cultivan en cestas hechas de listones de madera, o en macetas con un sustrato compuesto por piezas gruesas. Si el ambiente que rodea la planta es cálido y soleado, es posible que precise de un riego diario. Sin embargo, conviene regar con moderación en invierno o si el tiempo se mantiene nublado.
Humedad
Lo ideal es mantener la humedad relativa alrededor del 80%. En climas tropicales, esto no suele ser difícil de conseguir. En un invernadero, se recurre normalmente a dispositivos como los humidificadores o los nebulizadores. En el hogar, se puede aumentar la humedad en torno a la planta, colocándola sobre una bandeja de grava parcialmente llena de agua (evitando que las raíces estén en contacto directo con ésta) y dotando al ambiente con un buen movimiento del aire.
Abonado
Cuando las temperaturas son elevadas, la fertilización puede realizarse con cualquier abono para plantas equilibrado (como, por ejemplo, 20-20-20), aplicado a la mitad de la dosis recomendada por el fabricante una vez a la semana, o con una octava parte de la dosis en cada riego.
Si las temperaturas descienden o el ambiente se mantiene nublado, basta con fertilizar una vez cada dos a cuatro semanas.
Para promover la floración, es aconsejable sustituir el fertilizante habitual por uno con menor contenido en nitrógeno, pero alto contenido de fósforo y potasio (como, por ejemplo, 10-30-20), en cada tercera aplicación.
Trasplante
El trasplante se debe hacer en primavera, aunque si la planta está en una cesta, con las raíces al aire, raramente precisará de él, a menos que el soporte se rompa. Llegado el caso, conviene situar primero la planta, sin sacarla de la cesta vieja, en un recipiente con agua hasta sumergir en ella por completo las raíces. De esta manera se consigue que éstas se hagan más flexibles y menos proclives a roturas. Tras unos 20 minutos en el agua, se puede ya colocar la planta, y su cesta vieja, en una cesta más grande.
Si la planta está en una maceta, el trasplante debe hacerse a una maceta sólo ligeramente más grande y colocando la planta en el centro. El sustrato debe ser de granulometría gruesa, ya sea corteza de pino o carbón vegetal, y hay que introducirlo bien por entre las raíces.
Se recomienda mantener las plantas recién trasplantadas a la sombra, con alta humedad ambiental, pero con las raíces secas, hasta que se observe la formación de nuevas raíces.
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